Una segunda vida para un árbol amado

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Una segunda vida para un árbol amado

El árbol de guanacaste (Enterolobium cyclocarpum), árbol nacional de Costa Rica, es conocido por su grueso tronco y su corona característica, ancha y redondeada.

Hace más de cuarenta años, una amiga les regaló a don Hans y doña Judy una maceta con flores, donde nacieron unas semanas después dos pequeños brotes de árbol de guanacaste. Los brotes rápidamente se convirtieron en árboles jóvenes lo suficientemente fuertes como para ser plantados en lo que un día sería una ubicación central en el jardín botánico del Hotel Bougainvillea.

Los magníficos árboles se convirtieron en  parte de los principales atractivos del jardín, proporcionando cobertura a una diversa variedad de fauna tropical, incluyendo aves, iguanas, ardillas y abejas. A lo largo de los años, miles de visitantes se sentaron bajo sus ramas mientras disfrutaban de una taza de café o exploraban el delicado follaje con la esperanza de detectar un pájaro en particular.

En 2015, a pesar de todo esfuerzo, uno de los árboles comenzó a sucumbir al hongo de tierra Rosellinea, el cual ataca las raíces de los árboles.

Unos meses más tarde, el rugido de sierras sonó a través del jardín; desgarrando no sólo
el tronco y las ramas, sino el corazón de los que habían trabajado y crecido junto al árbol de guanacaste.

Con el personal y los huéspedes observando, el gran árbol se redujo a un montón de troncos y ramas. La habilidad de un escultor de la provincia de Guanacaste logró transformar algunas de las piezas más grandes en obras de arte, representando la esencia de la madre tierra y de la familia.

Nuestro querido árbol vive de nuevo en dos esculturas que le darán la bienvenida en el vestíbulo a los visitantes del hotel con sus formas estilizadas y únicas.